Conociendo lugares

Me aburría bastante , así que decidí inspeccionar un poco el que iba a ser mi hogar durante mucho tiempo , o eso esperaba. Me desvestí y entré en fase con rapidez. Salí corriendo como alma que lleva el diablo hacia el interior del frondoso bosque , haciendo que mis pesadas patas pisaran con fuerza la yesca seca. Ahora sí me sentía bien , era libre ; tenía la fuerza y la agilidad de un lobo , ¿qué mas se podía pedir?.
Después de un largo tiempo corriendo sin parar y descargando adrnalina , llegué a un pequeño claro. Me tumbé sobre la hierba totalmente exhausto mientras observaba con detenimiento los alrededores , era realmente hermoso. Fué entonces cuando oí ramas romperse a unos 50 metros de donde me encontraba. Me envaré , aunque seguí tumbado en el suelo alerta por si era algún cazador...

Gruñí de manera casi imperceptible cuando oí sus pensamientos , era Amelí.
''Demonios Amelí me has asustado'' Pensé resoplando aliviado aliviado ''Pensé que eras alguno de los chupasangres enemigos'' Me relajé y seguí tumbado a la espera de que Amelí llegara hasta mi posición.

Tardé bastante en responder a su pregunta.
''Amelí , yo... No me gusta bajar la guardia nunca... Digamos que mi vida no ha sido precisamente un lecho de rosas y me cuesta mucho confiar en la gente. No quisiera volver a salir mal parado...'' mientras pensaba todo aquello las imágenes de la guerra se repetían una y otra vez en mi mente , haciendo que tuviera que girar la cabeza hacia otro lado.

Mientras andaba por el bosque, pensaba en crear una canción para Bella, pues le encantaba verme tocar el piano en directo. No me esforzaba en alzar la mirada a las copas de los árboles en busca de un rayo de sol, pues era Forks.
De repente, mi oído de vampiro oyó el crugir de unas ramas a diez metros de mi posición. Fuí raudo hacía donde había escuchado el sonido y me encontré con dos lobos de estatura demasiado grande.
En ese instante, escuché un susurro. Miré a mi alrededor en busca de algún sonido que delatase la posición de esa persona, pero no oía nada. De nuevo, otro susurro. En ese momento me di cuenta de que los dos lobos se estaban comunicando con la mente.
Mis facciones se tensaron y un olor apestoso me envolvió. Enseñé mis dientes blancos y relucientes como armas. Eran licántropos.