Primer encuentro (privado - Daniell O'Donnel)

-De verdad, valla memoria de pez -bromeé, y fui yo la que le gui hasta mi casa. Me separé de el para sacar la llave del bolsillo y abrí la puerta- ¡Bienvenido otra vez a la republica independiente de mi casa! -levanté los brazos, y reí. Sí, siempre había sido un poco payasa. Le agarré del hombro y le dí un beso en la mejilla.

Alcé una ceja divertido
-república independiente?-le abracé por la espalda y le besé en la mejilla

-Creo que veo demasiado la televisión, y mi madre le hecha algo raro a mi desayuno todas las mañanas -agaché la cabeza, con las mejillas sonrosadas. Me rodeo con sus brazos, con el me sentía protegida. Le dí un suave beso en los labios, que acabo convirtiendose en uno apasionado.

-anda, echale la culpa a mi pobre suegra-murmuré contra sus labios con una risita y despuès continué el beso ella había iniciado

Paré un momento de besarle, pero me quede a dos centimetros de su boca. ''Suegra'' sonaba bien, vamos, que lo nuestro era oficial.

-Oh, cuando la conozcas me creeras, es capaz de hecharle algo raro -bromeé. Seguimos con el beso.

Reí entre dientes
-creo que solo podré culparla de tener una hija tan hermosa y maravillosa como ti-le besé unos momentos más-amor, tienes hambre?-recordé que ya era un poco tarde y, dejando a un lado el helado, tal vez no hubiese comido nada

-Eres tonto. Me ves con demasiados buenos ojos -enrojecí, como un tomate- También tendre que culpar a tu madre, entonces -me mordí los labios. ¿Cuantos años tendría el realmente? ¿Que habría sido de su madre humana? Me anime con la primera pregunta - ¿Cuantos años tienes realmente, amor? -pregunté, aunque el me acababa de preguntar si tenía hambre- Un poco, vamos llendo a la cocina. Quiero saber más de tí.

Sonreí
-solo digo la verdad-una mueca nostálgica se dibujó en mi rostro cuando mencionó a mi madre; tomé su mano y me guió hasta la cocina-esta noche yo cocinaré para ti-besé tienramente su nariz-tengo 88 años...todo un anciano-reí entre dientes mientras buscaba los ingredientes para preparar pasta, esperando, claro, que no se molestase por hurgar en su alacena

¿Cocinar para mí? No debería haberle dejado, era muy descortés por mi parte, pero no me dio tiempo a decirle nada, directamente se puso a hurgar en mi despensa. Era un encanto, y tenía que reconocer que me hacía muchisima ilusión verle cocinar para mí. Me quede sentada en la mesa, mirandole embobabada.

-Claro, todo un anciano, tienes canas incluso -bromeé, mientras me levantaba y le abrazaba por la cintura. El seguía cocinando.

La sentí abrazarme por detrás, aunque no le pude corresponder ni nada porque mis manos estaban ocupadas en la elaboracion de la pasta
-si, pronto me teñiré el cabello color verde, para que no te asustes si algun día llego así-reí-algo más que quieras saber, cariño?-me volteé ligeramente y dejé la pasta para besar su frente

-Da igual, te quiero con o sín canas, con el pelo verde o con el pelo azul -contesté, con un tono de voz dulce. Eramos bastante empalagosos, ¡pero era la magia del principio! Bostezé, me moría de sueño.

Reí al escuchar su bostezo
-mi pequeña tiene sueño?-pregunté arqueando una ceja

-Sí, un poco. Pero no quiero dormir, prefiero quedarme contigo -cerré los ojos un momento- Que suerte tienes al no cansarte nunca.

Toqué su rostro con mis dedos gélidos
-no es tanta..hay veces en que me aburro...tanto tiempo libre & no hay mucho que hacer..aunque ahora podré velar tu sueño-le sonreí tiernamente-creo que ya está la pasta-comenté girándome de nuevo hacia la estufa para comprobarlo